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Roger Fry en su ensayo “una arquitectura domestica posible” – Vogue 51 (Marro 1918), hace unos 80 años, o unos 7 años antes de nuestro nacimiento dijo que cuando se busca un arquitecto para construir una casa es porque el dueño “un caballero”, “desea que su casa tenga algún carácter distintivo” «para que destaque de las cosas vulgares” por esplendor o deserción. Hoy la época del esplendor ha pasado, el presente y el mañana prospectivo exigen hoy el mundo de la deserción como carácter distintivo. Las otras cosas de los “constructores” quedan “mal imitadas”, y sin defensa alguna, “nadie la defiende, nadie la disfruta, nadie la admira”. También observó Roger Fry que ese “carácter distintivo” lo logran los arquitectos, buceando en el pasado de todas las épocas, para “características” epigonas, y que la “maquinaria moderna” ha copiado o pegado en las casas y sigue en la búsqueda de algún “nuevo estilo antiguo” “para probar”.

Luego, ya de comprobar la falta de coherencia Roger Fry se pregunta: “¿Qué ocurriría si la gente estuviera dispuesta a permitir que sus casas fueran el resultado de sus necesidades reales, y de su estilo de vida real, y dejara que otra gente pensara lo que quisiera?”. Después de otras variantes concluye que “entonces serían algo”. Tendrían el verdadero carácter conveniente, y es lo que ya hoy sabemos hacer.

Ya lo razonó Roger Fry al aprenderlo de un amigo que construía casas económicas de campo: “el secreto era la concentración del plano de la casa”, “habitaciones bastante más pequeñas de lo que me hubiera gustado”, “proporciones dentro de ciertos limites fijos, definidos por las necesidades, y no el tiempo, ni el dinero, ni el pensamiento se gastaron en darle a la casa la apariencia de ningún estilo particular” “una auténtica arquitectura” “y por fin, sin duda, un estilo arquitectónico”. Una solución para la que tenemos un proceso de búsqueda basado en el muy completo catálogo de dependencias- requerimientos para el lugar de ubicación, algo que no será mucho pero que viene dañando todo el dinero invertido en construcción que no es poco o si es mucho cuando se dice que faltan por hacer unas 500 mil viviendas en el territorio, un algo que merece la atención a como debe dejar hacerse pues nos interviene a todos en un grado mas dañino que el costo de la vida diaria o el aumento y el descontrol del uso del combustible que hemos de importar para desenvolvernos. Esta es la razón por la que hemos de interesarnos en enrumbar correctas decisiones en función de inversión.

La arquitectura viene reclamando un saber hacer, este específico proceso lo dominamos y estamos en el deber de ofrecerlo a los que así lo necesitan o lo intuyen conveniente para un particular estado de dominio conceptual o analógico. Tendríamos así una cadena de soluciones exitosas en función de todo caso resuelto en razón de nuestro proceso. Los usuarios serán los beneficiados, los propietarios tendrían garantizados sus inversiones. Los promotores aumentarían la eficiencia de sus productos a vender, los compradores tendrían en las ofertas opciones más eficientes. Todos estarían brindando apoyo al auge de bienestar colectivo que así se generaría y establecería como desarrollo urbano-regional y luego universal. El hecho tendría apoyo en razón a claras disposiciones de integración en todo proyecto y materialización urbanística.

1. Un grupo de estudio y difusión mantendrá un programa de televisión con el tema del proceso de trabajo y su auge.
2. Un taller de diseño generara soluciones a exhibir, estructurar, presupuestar y promover.
3. Un grupo ferretero o productor de materia prima apoyaría la materialización desde sus inicios en cada ciudad de la región.

Presupuesto de costo de puntos 1 y 2.

Materialización física de punto 3 en ciudades de la región.

1. Un grupo de servicio daría opinión crítica a todo proyecto en gestación que le sea presentado. Lo revisaría aplicándole el método de búsqueda para comprobar que cumple con sus propósitos, o debe adoptar otra zonificación para su integración- estructuración.